En Colombia solo fue hasta el 2020, con la declaratoria de patrimonio cultural que se empezó a trabajar en torno al cuidado de este oficio realizado en Nariño y cuya materia prima Mopa – Mopa se obtiene en Mocoa, Putumayo.

En las selvas de Mocoa en el departamento del Putumayo crece un árbol conocido como ‘Mopa-Mopa’, cuyo nombre científico es Elaeagia pastoensis, los brotes de las hojas de esta especie vegetal son utilizados por los barnizadores en la capital de Nariño, luego de cocinarlos, macerarlos, molerlos y colorizarlos para elaborar unas resinas con las que se decoran piezas de madera, esta técnica es conocida como Barniz de Pasto Mopa – Mopa.

Esta técnica que lleva más de 500 años ha estado en peligro de extinción debido a la falta de inversión que permita la protección de la planta y la trasmisión del conocimiento del oficio, entendiendo que los mayores exponentes de la técnica tienen una edad avanzada; es hasta el año 2020 con la declaración del Barniz de Pasto Mopa – Mopa, como Patrimonio Cultural Inmaterial de la Humanidad y con el surgimiento del Plan Especial de Salvaguarda que se inician a articular esfuerzos para preservarla.

En Pasto, epicentro de la trasformación de los brotes de las hojas de esta especie existen talleres en donde familias enteras se dedican a este arte, cumpliendo una función titánica por lo que se denominan guardines del Barniz de Pasto; sin embargo, con el cambio en la concepción de familia y el interés en nuevas disciplinas y oficios, esta técnica se ha ido perdiendo, es por ello que desde la administración local en articulación con otras instituciones se ha estructurado la estrategia Talleres Escuela para preservarlo.

Tradición familiar

El Barniz de Pasto Mopa – Mopa ha sido una técnica que se ha aprendido de generación en generación, es por ello que diversas familias en Pasto aún continúan con su legado, cada vez son menos pero aún existen; entre algunos de los guardianes de este arte los maestros Gilberto y su hijo Oscar Granja; Eduardo Muñoz Lora y su hijo Juan Valentín; La familia Obando, liderada en la actualidad por Germán, el hijo del maestro José María Obando.

Gilberto, recuerda haber aprendido a sus 20 años de edad de la mano de la esposa de uno de los grandes barnizadores Francisco Torres, a quien cariñosamente él llama Rosita. En el 2023 son 59 años de oficio en el bello arte; de su mano aprendió su hijo Oscar Granja quien manifiesta, “no me di cuenta en que momento lo aprendí, desde que tengo conciencia trabajo en el Barniz”; pero es desde hace 14 años que lidera junto a su padre su taller ubicado en el barrio Aire Libre.

Seis generaciones en la técnica

En el caso de la familia Obando, cuyo taller está ubicado en el barrio El Calvario, en la actualidad se forma la sexta generación de barnizadores; el gran maestro Jesús María Obando fue la cuarta, su hijo Germán Martín es la quinta, quien tras el fallecimiento de su padre hace aproximadamente 11 meses lidera el proceso. “Este oficio lo aprendí por mi padre, porque mi familia es de tradición en esta técnica y él fue el que me enseñó junto con mi abuela, Concepción Montenegro”.

German inició su aprendizaje a sus 10 años de edad, a sus 15 estuvo listo, ya son 46 años como artesano de esta técnica. “Somos la familia de mayor tradición en el Barniz, llevamos más de 300 años; yo pertenezco a la quinta generación y estamos trabajado con la sexta. Mi padre y yo nos hemos encaminado a enseñarle a esta generación; durante todo este tiempo mis tíos, abuelos, bisabuelos han enseñado a otros maestros que son los que hoy en día se dedican a proteger esta técnica”.

Regresar a los orígenes

A sus 77 años de edad el maestro Eduardo Muñoz Lora, quien inició a sus 14 años de edad su recorrido en el Barniz continua junto a su hijo Juan Valentín trabajando en esta técnica. “Por recomendación de mi madre fui a mirar lo que hacia el maestro Francisco Torres y me enamore de esta técnica”, aseveró Eduardo.

Juan Valentín su hijo artista plástico y diseñador gráfico es quien continua junto a él salvaguardando la técnica en su taller ubicado en El Bosque. “Mi padre desde muy pequeño me enseñó el arte del Barniz, desde los 8 años empecé con el cuento del dibujo y a ayudarle con algunas grecas; me fui a estudiar a Bogotá y después de unos años quise retomar este bonito arte y único en el mundo, entonces regresé a mi ciudad, a mis orígenes, a trabajar con él”.

El plan salvador

A pesar de que esta técnica se ha trasmitido de generación en generación, cada vez son menos los maestros que practican el oficio, ante esta necesidad varios de ellos a través de organizaciones sindicales, fundaciones y demás han tratado de preservar este arte; sin embargo, fue solo hasta el surgimiento de Plan Especial de Salvaguarda y la declaratoria del Barniz de Pasto Mopa – Mopa como Patrimonio Cultural Inmaterial de la Humanidad, que la institucionalidad y demás entidades fijaron  su mirada en él.

“El Barniz era poco conocido, únicamente los turistas recomendaban: si te vas para Pasto tráeme un plato o un cofre, en fin; cuando fue la declaratoria las cosas cambiaron, se valoró el Mopa – Mopa y nosotros también nos valoramos porque ya dimos otro paso más, ya la Unesco nos dio ese aval para que esta artesanía que lleva mas de unos 600 años sea patrimonio de la humanidad”, señaló el maestro Gilberto Granja.

Por su parte el barnizador, Germán Obando frente a este importante hito señaló, “una vez se dio al declaratoria por parte de la Unesco y la estructuración del plan de salvaguarda, hubo la necesidad de organizar un proyecto para la trasmisión del conocimiento, planteamos que la mejor manera de preservar la técnica era a través de la enseñanza con talleres teórico prácticos, vincular primero a nuestras familias, luego a personas cercanas y por ultimo a cualquiera que quisiera aprender”.

Cambio generacional

Con las dos acciones antes mencionadas, el Barniz de Pasto le abre campo a las nuevas generaciones; “A raíz de la declaratoria  y de todo lo que involucra el barniz, la recolección del material, los talleres que hacen el trabajo en madera y nosotros los  barnizadores, como patrimonio cultural ha habido muchas entidades pendientes del oficio, además  en el Plan Especial de Salvaguarda se establece una línea de acción que es precisamente la trasmisión del saber porque la mayoría de artesanos tienen avanzada edad, entonces hay una preocupación por la preservación del oficio”, aseveró el maestro, Oscar Granja.

Por su parte, el barnizador, Juan Valentín Muñoz, comentó, “ese es un poco el problema porque nuestros grandes maestros del Barniz ya tienen su edad, pero lo que hemos tratado con las familias, los hijos de los maestros es intentar conservar su legado, a veces como los padres no tiene tantos hijos como es mi caso es difícil, entonces se va perdiendo la tradición y la solución ha sido realizar talleres de arte para poder expandir esta maravillosa técnica”.

Talleres Escuela

Al ser el Barniz una técnica única en el mundo y que se desarrolla en la ciudad de Pasto con la materia prima que se extrae en Mocoa, la administración local en articulación con la departamental, la nacional y la cooperación internacional para prevenir la perdida de esta han emprendido el proyecto de las Escuela Taller, que en sus dos primeras etapas han formado a 55 aprendices en este patrimonio cultural.

El subsecretario de Formación y Promoción de la Secretaría de Cultura de Pasto, Jorge Eduardo Mejía señaló, “La Secretaría de Cultura junto con el PDT nariño, Redadelco y Aecid, que es la cooperación española con recursos del Fondo Europeo para la Paz fueron quienes financiaron este proyecto que se denominó Talleres Escuela con la comunidad del sector artesanal, la selección de casa taller del Barniza de Pasto”.

Rescate de lo nuestro

En la primera fase ejecutada en el 2021 de esta iniciativa se formaron a 25 aprendices en 5 talleres, además de la formación se realizó una adecuación de la infraestructura; en la segunda etapa que se hizo en el 2023 se formaron a 30 aprendices en 6 talleres, además se logró consolidar la ruta turística del Barniz para promover su difusión y por ende la comercialización.

La diseñadora industrial y aprendiz de la técnica del Barniz de Pasto Mopa –Mopa, Paola Santacruz, manifestó, “siempre quise aprender el barniz, siempre me llamo la atención, pero no sabía cómo, esta experiencia ha sido bastante gratificante porque de cierta forma siento que puedo aportar a su pervivencia; la invitación a los demás jóvenes es a que se apropien de nuestra cultura, de lo que nos pertenece y representa, en definitiva, que nos apropiemos de lo nuestro».

Importantes retos

Los maestros coinciden en que uno de los grandes retos que se tiene en la actualidad sigue siendo la preservación de la técnica, sin embargo, hay retos mayores como la protección de la planta del Mopa – Mopa y la comercialización de los productos. Para el maestro Germán Obando, “se debe viabilizar un proyecto de siembra, de cuidado y de sostenibilidad de la planta y vincular al sector maderero”.

Por su parte el maestro Gilberto Granja con voz titubeante y con lágrimas en sus ojos señala, “con esto del calentamiento global tenemos un problema las hojas de los árboles del Mopa – Mopa se están deladiando, al momento que eso sucede por el calor se están derritiendo, a uno le duele ver que se está desperdiciando el Mopa – Mopa”.

El maestro Oscar Granja culmina diciendo, “el reto está en resistir, cuando me preguntan qué significa el Barniz de Pasto, para mi, es mi padre, porque el Barniz implica paciencia, perseverancia, dedicación y en una sola palabra y todo eso resumido, es resistencia; cualquier oficio artesanal requiere resistencia ante las adversidades que no son pocas”.