En quince meses de presencia en Marte, el robot InSight y su sismógrafo ya han detectado casi 500 temblores en las entrañas del planeta rojo, una cosecha abundante de informaciones que proporciona el retrato de un «planeta vivo».
«Siempre es conmovedor imaginar este instrumento en Marte que nos envía estos datos«, dice a AFP Philippe Lognonné, investigador del Instituto de Física del Globo de París y padre de SEIS, el sismógrafo francés embarcado por InSight.
Después de 6 meses y medio de viaje espacial y 480 millones de kilómetros recorridos, la sonda de la NASA se posó en noviembre de 2018 en la llanura marciana de Elysium, permitiendo por primera vez que la humanidad pegue su oreja al suelo del planeta.Desde entonces, el planeta ha hablado bastante.
«Al 30 de septiembre de 2019, InSight ha detectado 174 eventos sísmicos, de los cuales 24 son relativamente grandes (con una magnitud entre 3 y 4)«, dicen los autores de seis estudios publicados el lunes en Nature Geoscience and Nature Communication.
Se trata de un trabajo internacional en el que participaron más de 150 investigadores.
Si bien la actividad sísmica de Marte ya ha sido teorizada y convertida en modelos matemáticos, ningún terremoto de Marte ha sido identificado claramente.
Para Charles Yana, gerente de proyectos de SEIS en la agencia espacial francesa CNES, «el número de estas detecciones es bastante sorprendente porque los modelos no estimaron tanto«.
«Y desde septiembre, eso se mantiene«, señala Philippe Lognonné.
El sismógrafo ahora muestra en el contador no menos de 460 eventos detectados, de los cuales cuarenta son probablemente debido a terremotos, «asociados con fallas importantes», como los describe el geofísico.
Dos de esos eventos provienen de una región volcánica ubicada a 1.600 km de donde aterrizó InSight, llamada «Cerberus Fossae» y formada por cañones de más de mil kilómetros de largo en los que fluía la lava.
«¡En esa área, las cosas se mueven en profundidad!», dice Charles Yana.
La NASA puso en línea en octubre los archivos de sonido de estos dos temblores (que datan del 22 de mayo y el 25 de julio), procesados «ligeramente» y acelerados para ser audibles para los humanos.
El origen de los otros 420 temblores es menos claro: pequeños terremotos muy superficiales, micro deslizamientos de tierra, o caídas de acantilados.
«Ciertas señales son complicadas de entender porque es la primera vez que las vemos«, señala Lognonné.
En cualquier caso, «estos resultados (…) revelan un planeta vivo«, expresó CNES, contratista principal de SEIS, en un comunicado de prensa.
Los datos de la misión InSight nos permiten aprender un poco más sobre la composición del planeta rojo. Las ondas sísmicas, que varían según los materiales que atraviesan, ofrecen una imagen de las entrañas del planeta.
Los científicos pudieron determinar que los primeros 10 kilómetros de la corteza marciana, resultado de flujos de lava muy antiguos, «han sido alterados por varios miles de millones de años de actividad geológica, impacto o procesos de circulación de agua», señala Lognonné.
Pero los investigadores aún esperan por un terremoto con una magnitud igual o mayor que 4.
Las ondas se propagarían más profundamente y podrían dar mucha más información sobre la estructura interna del planeta, de su manto inferior y núcleo.
«Es la parte más sabrosa«, dice Bruce Banerdt, gerente científico de InSight en el laboratorio JPL de la NASA en Pasadena, California.
Conocer la composición del planeta rojo ayudará a comprender cómo se formó y por qué el agua de sus lagos y ríos se evaporó hace unos 3.500 millones de años.
«Estamos un poco hambrientos», admite Lognonné. «¡Pero no ha terminado!» Si la misión fue presupuestada inicialmente por la NASA por solo dos años, Yana espera que se extienda en vista de los «buenos resultados» ya recogidos.